jueves, 30 de julio de 2009

QUIEN HACE LO QUE QUIERE “no hace lo que debe”



QUIEN HACE LO QUE QUIERE “no hace lo que debe”
Profr. Juan Francisco Fabela Jiménez


Como uno de los principios de la administración, la disciplina es una parte fundamental para llevar acabo nuestra labor docente.

En su acepción más común, la disciplina como conducta, es la capacidad de enfocar los propios esfuerzos en conseguir un fin, y hace referencia a la instrucción dada a un discípulo por su maestro. Su sentido es amoldar la conducta y el comportamiento de un individuo para que sean acordes a las normas específicas de una institución, para conseguir en él, la eficiencia máxima en el desarrollo de alguna labor. Así se habla de disciplina militar la que seguida por las fuerzas armadas, o bien, disciplina escolar a la que se aplicaría en las escuelas para conseguir por un lado, una mejor convivencia y por el otro un mayor aprendizaje.

La Disciplina es la capacidad de actuar ordenada y perseverantemente para conseguir un bien. Exige un orden y unos lineamientos para lograr de una manera sistemática los objetivos deseados, soportando las molestias que esto conlleva.

La principal necesidad para adquirir este valor es la autoexigencia; es decir, la capacidad de pedirnos a nosotros mismos un esfuerzo "extra" para ir haciendo las cosas de la mejor manera. El que se sabe exigir a sí mismo, se hace comprensivo con los demás y aprende a trabajar y a darle sentido a todo lo que hace.

La disciplina es indispensable para que con persistencia optemos por la mejor opción; o sea que es aquella que nos va dictando una conciencia bien formada para reconocer los deberes propios y se evidencia, al actuar con determinación.

Siempre debemos estar conscientes de nuestras capacidades, y de esta forma al plantear los objetivos asegurar el poder alcanzarlos satisfactoriamente, eso es eficacia. Ser eficaz es la capacidad de producir resultados de manera óptima; no solamente se debe dar en las áreas en que producimos cosas, sino también debemos dar resultados como alumnos, padres, hijos, hermanos y como ciudadanos. Todo esto se ve reflejado cuando entregamos una tarea, un trabajo o bien, cuando alguien espera algo más de nosotros; es decir, un determinado resultado. Lo que tenemos que dar, es ese resultado esperado, no basta quedarnos en el esfuerzo ni en las buenas intenciones. Eso es, ser eficaz y confiable.

Los seres humanos debemos ser tendientes a nuestra propia armonía del ser, pensando y actuando siempre en relación a un buen fin. Para conquistar este valor hay que empezar por aprovechar nuestra necesidad de orden en el hogar y, para ello hay que tenerles un lugar a cada cosa y mantenerlo así, por medio de la disciplina. También hay que practicar el orden en nuestra forma de hablar, en el vestir y en nuestras pertenencias.

La disciplina escolar ¿qué es y qué pretende?
En términos generales ésta se caracteriza por la imperiosa necesidad de promoverla específicamente en el ámbito académico
(al mostrar cierta irreverencia en la escuela); lo anterior toma sentido por su relevancia cuando las autoridades tratan a los alumnos con problemas como si ellos fuesen el problema en sí; cuando por el contrario, esta conducta es cotidiana en el entorno en que se desenvuelve el alumno, es ahí precisamente, donde se debe priorizar, prevenir y atender no tanto al alumno problema, sino a los usos y costumbres adoptados por la comunidad educativa.

En épocas recientes, la disciplina no se ha desarrollado con un enfoque psicoeducativo, sino que por el contrario, se siguen priorizando acciones mediáticas en vez de prevenir dichas conductas. Son numerosos los docentes para quienes el término “Disciplina” conserva una mezcla de represión, rigidez e intolerancia, pues consideran que su planteamiento a nivel educativo no deja de ser algo que idealmente se habría de replantear.

Como fruto de esta confusión en las denominadas prácticas de disciplina y de la incomprensible falta de preparación y criterio entre la mayoría de los docentes para afrontar el tema, es observable que el resultado sea no solo una práctica inadecuada, sino común mente errónea e intolerante.

Mantener la disciplina en un grupo no es tarea fácil, se debe imponer orden y esto ocasiona ciertas restricciones y molestas; para mantener el orden, se marcan reglas y límites, siendo el maestro quien debe imponerla por sobre el alumno.

Existen tres maneras para establecer la disciplina:
1.- Las amenazas y coerción; característica del maestro tradicional.
2.-La disciplina al interior del grupo requiere de alguna actividad en conjunto, misma que requiere de un orden y condicionamiento entre los mismos compañeros.
3.-Ejerciendo la autoridad a través del convencimiento y sin atemorizar al alumno.

Se pueden enunciar en este punto tres posibles conceptos de autoridad del maestro:
-La autoridad formal: Es aquella que se da por razones administrativas, misma que le confiere el derecho de obediencia.
-La autoridad por convicción: Compromete la capacidad de convencimiento para lograr que el alumno acepte las órdenes.
-La autoridad de facto: Refiere donde las órdenes se dan a través de valores entendidos. (CUADERNO DE EDUCACION Concepción Gotzens).

Por lo anterior, tanto el maestro como el alumno, se merecen respeto mutuo que en este caso pasaría a ser una parte importante de la disciplina.

En conclusión; para que exista la disciplina como medio de convivencia sana entre todos los integrantes de una institución educativa, debe darse de manera natural el respeto por la libertad del otro y la equidad, pues solo con ello se generará un mejor ambiente de trabajo, que se verá reflejado en un óptimo desempeño y rendimiento por parte de todo el personal y principalmente en los alumnos.


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